La igualdad de oportunidades y la movilidad, entendida esta como el acceso a los sistemas de transporte (públicos o privados), están íntimamente relacionadas.
Para los grupos de población alejados de los centros de educación o de empleo es imprescindible contar con una red de transportes barata y flexible que les permita acceder a ellos. Cuanto más bajo es el salario, menos probabilidades hay de poseer un vehículo propio que permita la movilidad de casa al lugar del trabajo.
De ahí que sea tan importante la creación de infraestructuras con servicios para viajeros que sean asequibles, con rutas que lleguen a todos los centros de población y con la suficiente flexibilidad como para que los viajes no supongan una pérdida de tiempo vital para los usuarios.
“El transporte puede ser integral para mejorar la igualdad, al aumentar el acceso a empleos, educación y servicios. Por lo tanto, las políticas que mejoran la accesibilidad y asequibilidad del transporte pueden ayudar a promover la igualdad” Transporte y desigualdad por Social NatCen del Reino Unido.
Derecho de accesibilidad
El geógrafo y experto en ordenación del territorio y planificación urbana, Màrius Navazo, define en su serie de artículos 10 mitos sobre movilidad urbana el derecho a la accesibilidad como aquel que “garantiza que todas las personas (indistintamente de sus circunstancias) pudiesen llegar a los bienes y servicios del territorio de manera confortable y segura, y destinando el menor tiempo posible”. Para que este derecho se convierta en una realidad es fundamental que los planes de urbanismo (y también la ordenación del territorio) fomenten la proximidad, permitiendo así la reducción de los desplazamientos motorizados.
Pero la realidad es que los modelos territoriales de las ciudades están pensados para el coche. La situación podría cambiar con un apoyo mucho más firme, por parte de las autoridades públicas, hacia el transporte público.
Si el coste de viajar sigue aumentado debido a la crisis económica derivada de la pandemia y a la guerra en Ucrania, las desigualdades sociales no desaparecerán. Al contrario, se profundizará más en ellas y se volverá cada vez más difícil la reactivación económica. Tal y como se expresa en la introducción de este artículo: el acceso a los centros de trabajo y de formación se complica mucho para aquellos sectores de la población que viven alejados de ellos.
La movilidad y su papel en la recuperación de la actividad productiva
La movilidad en las ciudades juega un papel muy activo en la recuperación de la actividad productiva que se perdió en los peores momentos de la pandemia. Sin un sistema de transporte urbano adecuado a las necesidades de los ciudadanos, especialmente de aquellos que viven alejados de los centros de producción, la reactivación económica no será total, o dicho de otra forma, solo llegará a unos pocos.
La implicación del sector privado y público es fundamental. Ya hay iniciativas en este sentido, como la promovida por el ayuntamiento de Madrid, la Comunidad madrileña y la plataforma El día después. El reto Nos movemos, nos cuidamos promueve la colaboración de empresas, entidades públicas y organizaciones sociales para conseguir un uso más eficaz del transporte público y para revertir los efectos negativos del uso masivo de los vehículos privados.
Transporte y desigualdad. Los tres factores claves de su relación
Hay tres factores clave que influyen de forma determinante en la relación entre el transporte y la desigualdad.
- La distribución geográfica de las diferentes clases sociales.
- La forma en que se distribuyen las oportunidades, entendidas estas como el acceso a los centros de trabajo o de formación
- La organización de los sistemas de transporte: coste, accesibilidad geográfica a los mismos y el tiempo o la duración de los viajes.
Con unos servicios públicos de transporte más accesibles y asequibles, las oportunidades de conseguir un trabajo y de conservarlo aumentan. Para los más jóvenes o para aquellos que necesitan mejorar su educación la necesidad es la misma. La falta de formación incide directamente en el aumento de la brecha social, de ahí que el acceso a los centros educativos sea tan importante para reducir las desigualdades. ¿Cómo si no se podrían mejorar las perspectivas de conseguir un empleo mejor?
“Quienes dependen más de la red de autobuses para participar en el mercado laboral, tienden a recibir salarios más bajos, viven en zonas de carencia y es más probable que rechacen un empleo debido a las limitaciones del transporte” Transporte y desigualdad: Una revisión de la evidencia para el Departamento de Transporte.
La movilidad desde la perspectiva de género
Es necesario incluir en los planes de movilidad urbana la perspectiva de género. De esta forma se “reconoce que las personas tienen experiencias diferenciadas al desplazarse por la ciudad, resultado de los diferentes aspectos de nuestra identidad” (Castillo et al, 2020).
Los patrones de movilidad de las mujeres son más complejos. Al igual que sucede con la conciliación laboral, el cuidado de los hijos y la mayor implicación en las tareas del hogar son factores que influyen directamente en ellos.
La violencia de género también se debe tener en cuenta en la elaboración de cualquier plan de movilidad urbano. En una encuesta realizada por el Ministerio de Igualdad en 2019, el 8% de las mujeres entrevistadas reconoció haber sufrido algún tipo de violencia sexual en el transporte público.
Esta cifra evidencia la necesidad de que las autoridades integren en sus políticas públicas y en la planificación estratégica de los espacios, medidas que reduzcan las desigualdades y la violencia de género.