En el año 2040 solo se venderán a nivel internacional coches y furgonetas nuevas de emisiones cero. El mismo objetivo que se deberá alcanzar en 2035 en los mercados líderes. El pacto, alcanzado por más de 30 países en La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), tiene como fin acelerar la descarbonización del transporte por carretera, actual responsable de alrededor del 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Este compromiso supone el principio del fin de los coches de gasolina, diésel, gas e híbridos. Una decisión que beneficiará al planeta ya que, según el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (organismo perteneciente a la ONU) “más allá de 2040 y dependiendo del nivel de calentamiento global, el cambio climático generará numerosos riesgos para los sistemas naturales y humanos”.
En España, la Ley de cambio climático y transición energética establece que a partir del 2040 no se podrán vender turismos que emitan dióxido de carbono. Para el 2050 tampoco podrán circular por el país. Es importante destacar que en la actualidad, solo el 0,3% del parque automovilístico nacional corresponde a vehículos electrificados.
Pero antes de que los acuerdos y pactos sean una realidad, la sociedad puede hacer mucho para mitigar la contaminación producida por los coches. Podemos y queremos. Según una encuesta realizada por la empresa de sondeos 40dB para El País, el 89% de los españoles considera urgente actuar contra el cambio climático y el 63% apoya prohibir los coches nuevos de gasolina y diésel.
Una de las soluciones pasa por adoptar cuanto antes el transporte ecológico (vehículos que funcionan con fuentes de energía alternativas) y diseñar planes de movilidad sostenible.
El Pacto Verde Europeo aprobado por la Comisión Europea compromete a los 27 estados miembros de la UE a conseguir que el continente se convierta en “la primera zona climáticamente neutra de aquí a 2050”. Esta transición “a una movilidad más ecológica” supondrá que todos podamos acceder a un transporte limpio, accesible y asequible, incluso en las zonas más remotas. Además, “es una oportunidad para construir un nuevo modelo económico”, donde habrá más oportunidades de inversión, innovación y empleo.
Las empresas cada vez son más conscientes de que este es el camino. Y los consumidores también. Según un informe elaborado por Capgemini existe un estrecho vínculo entre la sostenibilidad y los beneficios para las empresas. Entre estos últimos el estudio destaca la mayor fidelidad de sus clientes y el aumento de los ingresos de marca.
Los datos son muy claros al respecto:
El transporte ecológico es una solución que, además de frenar el cambio climático, beneficia a las empresas, a sus empleados y también a sus clientes. Un estudio elaborado por Schneider Electric y GreenBiz afirma que las compañías que hacen públicos sus objetivos en materia de sostenibilidad avanzan más rápido a la hora de alcanzarlos.
Las empresas dispuestas a desarrollar políticas sostenibles, además de contribuir a crear un nuevo modelo económico más sostenible, consiguen aumentar su ventaja competitiva y también diferenciarse del resto de marcas que forman parte de su sector.
Por si esto fuera poco, la sostenibilidad trae consigo otras ventajas para las compañías:
A nivel empresarial existen muchas formas de luchar contra el cambio climático. Fomentar el uso del transporte ecológico en la empresa es una de ellas.
El bus de empresa, por ejemplo, reduce hasta un 40% el coste que supone para los empleados el desplazamiento hasta su puesto de trabajo. Entre sus ventajas también está acabar con el estrés que supone conducir hasta la oficina y la reducción significativa del nivel de contaminación por tráfico en las ciudades.
Queda claro que la movilidad sostenible o verde beneficia a todos. Además de suponer un gran ahorro, genera bienestar en el empleado y en la sociedad en general. Entre otras cosas, contribuye a que haya más espacio en las ciudades, a que se fortalezcan las relaciones sociales, a que se reduzcan los accidentes y también los niveles de estrés.